El prolapso del cordón umbilical es una emergencia obstétrica poco frecuente pero potencialmente letal, que ocurre cuando el cordón umbilical desciende a través del cuello uterino antes que el bebé durante el trabajo de parto. Esta condición puede dar lugar a una compresión del cordón, bloqueando el flujo de oxígeno y sangre hacia el feto.
Como consecuencia, el bebé puede sufrir hipoxia fetal —una deficiencia grave de oxígeno— que puede provocar sufrimiento fetal agudo, asfixia perinatal, acidosis fetal, e incluso muerte intrauterina si no se interviene con rapidez.
Este tipo de complicación se considera crítica y requiere una intervención médica inmediata, normalmente mediante una cesárea urgente. La correcta monitorización fetal durante el trabajo de parto es fundamental para detectar signos como deceleraciones variables en el ritmo cardíaco, lo que puede indicar que el cordón está comprimido.
El riesgo de prolapso aumenta en embarazos con presentación fetal anómala (como presentación de nalgas o transversa), parto múltiple, o en casos de rotura prematura de membranas. Identificar estos factores de riesgo de forma oportuna permite implementar medidas preventivas y reducir la posibilidad de daño fetal irreversible.
Causas y factores de riesgo del prolapso del cordón umbilical
El prolapso del cordón umbilical puede originarse por una serie de condiciones que aumentan la probabilidad de que el cordón se desplace antes de que lo haga el bebé, especialmente cuando existe espacio libre en el canal de parto o un movimiento fetal descontrolado. Reconocer estos factores de riesgo obstétrico es fundamental para prevenir complicaciones neonatales graves.
- Rotura prematura de membranas (RPM): cuando el saco amniótico se rompe antes del inicio del trabajo de parto, especialmente en fases tempranas o sin que la cabeza fetal esté encajada.
- Presentación fetal anómala: como la presentación transversa (de lado) o podálica (de nalgas), que facilitan que el cordón se desplace antes que el cuerpo del feto.
- Parto múltiple: en embarazos de gemelos o más, el espacio uterino adicional puede favorecer el descenso del cordón entre un parto y otro.
- Polihidramnios: exceso de líquido amniótico que aumenta la movilidad del cordón y la probabilidad de que se prolapse durante o después de la ruptura de membranas.
- Bajo peso fetal o prematuridad: cuando el bebé es pequeño o nace antes de término, su menor tamaño permite mayor desplazamiento dentro del útero, elevando el riesgo de compresión del cordón.
- Pelvis materna amplia o multiparidad: condiciones que pueden facilitar una inserción más libre del cordón en el canal del parto.
Además, el uso de ciertas técnicas como la versión cefálica externa o la inducción artificial del parto también puede incrementar el riesgo si no se realizan con un control riguroso. Por ello, una monitorización prenatal adecuada, junto con un diagnóstico precoz de estas condiciones, es esencial para prevenir complicaciones como la hipoxia perinatal o el sufrimiento fetal agudo.
Síntomas del prolapso del cordón umbilical y cómo se detecta
Detectar a tiempo un prolapso del cordón umbilical es crucial para prevenir lesiones neurológicas en el recién nacido. La identificación clínica debe realizarse mediante una combinación de observación física y monitorización fetal electrónica, especialmente en embarazos de alto riesgo.
Los principales síntomas y signos clínicos que pueden indicar esta emergencia obstétrica incluyen:
- Descenso visible o palpable del cordón umbilical a través del cuello uterino o en la vagina, especialmente después de la rotura prematura de membranas.
- Deceleraciones variables o prolongadas en la frecuencia cardíaca fetal, detectadas mediante monitorización cardíaca fetal continua.
- Alteraciones del ritmo cardíaco fetal como bradicardia persistente, que puede ser un signo temprano de compresión del cordón y sufrimiento fetal agudo.
- En algunos casos, la madre puede sentir un cordón que sobresale por la vagina o notar una sensación inusual tras la ruptura de la bolsa.
Ante cualquiera de estas señales, se debe actuar con extrema urgencia. La detección precoz del prolapso del cordón umbilical permite realizar maniobras de alivio temporal como el reposicionamiento materno (maniobra de Trendelenburg) y preparar una cesárea de emergencia, minimizando así el riesgo de hipoxia fetal, acidosis metabólica o daño cerebral irreversible.
Complicaciones y consecuencias del prolapso del cordón umbilical
Cuando el prolapso del cordón umbilical no es detectado ni tratado de manera inmediata, las consecuencias para el recién nacido pueden ser devastadoras. La compresión prolongada del cordón interrumpe el flujo sanguíneo y el aporte de oxígeno, provocando un cuadro de hipoxia perinatal o incluso asfixia neonatal.
Entre las principales complicaciones médicas y legales que pueden derivarse de una actuación tardía o inadecuada se encuentran:
- Hipoxia severa: disminución crítica de oxígeno en el cerebro del feto, que puede causar daño irreversible en pocos minutos.
- Parálisis cerebral infantil: una de las secuelas más frecuentes de la asfixia perinatal, con implicaciones neurológicas y motoras permanentes.
- Lesiones neurológicas permanentes: retraso en el desarrollo cognitivo, trastornos del habla, discapacidad intelectual o epilepsia.
- Muerte fetal intrauterina: en los casos más graves, el prolapso no tratado puede terminar en un óbito fetal si no se realiza una cesárea urgente.
- Secuelas legales para el equipo médico: cuando se demuestra que hubo negligencia médica por falta de actuación rápida o mal manejo del parto.
Las complicaciones derivadas del prolapso del cordón no solo afectan la vida del recién nacido, sino que también pueden generar un profundo impacto emocional y económico en las familias. Por eso, es fundamental que los centros de salud cuenten con protocolos obstétricos actualizados y personal capacitado para actuar ante esta situación crítica.
Tratamiento y actuación médica adecuada ante el prolapso del cordón umbilical
El prolapso del cordón umbilical requiere una actuación médica inmediata y precisa, ya que cada minuto de compresión sin intervención puede aumentar significativamente el riesgo de hipoxia fetal, acidosis metabólica y daño cerebral irreversible.
Los protocolos obstétricos de emergencia establecidos por guías clínicas internacionales recomiendan las siguientes medidas de actuación:
- Reposicionamiento materno inmediato: colocar a la madre en posición de Trendelenburg o genupectoral (rodillas-pecho) para disminuir la presión sobre el cordón.
- Elevación manual de la parte fetal presentada: técnica utilizada para liberar la compresión del cordón mientras se prepara una intervención quirúrgica urgente.
- Administración de oxígeno materno: para maximizar el suministro de oxígeno al feto mientras se toman otras medidas.
- Cesárea de emergencia inmediata: en la mayoría de los casos, esta es la única vía segura para evitar consecuencias graves como asfixia neonatal.
- Monitorización fetal continua: para evaluar en tiempo real la respuesta del feto a las maniobras realizadas y determinar la urgencia de la intervención.
La rapidez en la toma de decisiones es esencial: se estima que una cesárea debe realizarse en menos de 10 minutos desde el diagnóstico para minimizar las complicaciones. Cualquier demora en la intervención puede constituir una mala praxis médica si no se actúa conforme a los estándares clínicos aceptados.
¿Cuándo se considera negligencia médica en casos de prolapso del cordón umbilical?
El prolapso del cordón umbilical es una situación médica de alta prioridad que exige una respuesta inmediata. Cuando el personal sanitario no actúa de forma diligente o incumple los protocolos obstétricos de emergencia, puede existir negligencia médica.
Algunos ejemplos de situaciones en las que puede considerarse que hubo mala praxis incluyen:
- Falta de monitorización fetal continua: no detectar a tiempo las deceleraciones cardíacas variables o signos de sufrimiento fetal agudo.
- Retraso injustificado en la realización de una cesárea urgente: una demora superior a 10-15 minutos desde el diagnóstico puede resultar en hipoxia severa y daño neurológico irreversible.
- No aplicar maniobras de alivio temporales: como el reposicionamiento materno o la elevación manual de la cabeza fetal mientras se prepara la intervención.
- Falta de acción conforme a protocolos médicos reconocidos: ignorar las recomendaciones clínicas puede ser considerado incumplimiento del deber de cuidado médico.
Cuando se demuestra que el daño al bebé —como parálisis cerebral infantil, lesiones neurológicas permanentes o incluso muerte perinatal— fue consecuencia directa de errores evitables, los padres pueden ejercer acciones legales por negligencia obstétrica y solicitar una indemnización por daño fetal.
Un equipo legal especializado en derecho sanitario puede ayudarte a revisar tu caso, recabar pruebas médicas y presentar una demanda por responsabilidad profesional en centros de salud públicos o privados.
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