La braquicardia fetal en partos es una disminución de la frecuencia cardíaca fetal (FCF) por debajo de los límites normales durante el trabajo de parto. Puede ser transitoria o persistente; su identificación temprana mediante monitorización fetal electrónica y actuación rápida son esenciales para reducir el riesgo de acidosis y daño neurológico.
Braquicardia fetal: ¿Qué es?
La braquicardia fetal se define como un descenso sostenido de la frecuencia cardíaca fetal (FCF) por debajo de 110 latidos por minuto (lpm) durante al menos 10 minutos consecutivos. Esta alteración del ritmo cardíaco fetal puede reflejar desde una respuesta fisiológica transitoria a la compresión del cordón umbilical hasta un signo de sufrimiento fetal agudo por hipoxia o insuficiencia placentaria.
En el contexto del trabajo de parto, la interpretación de la braquicardia depende de su duración, profundidad y variabilidad asociada en el trazado de cardiotocografía (CTG) o monitorización fetal electrónica. Una bradicardia leve y transitoria puede ser benigna, mientras que una braquicardia persistente o profunda puede indicar un compromiso fetal que requiere intervención inmediata.
La línea base de la FCF normal oscila entre 110 y 160 lpm. Descensos por debajo de este rango deben evaluarse en conjunto con otros parámetros, como la variabilidad de la frecuencia cardíaca y la presencia de deceleraciones,
para determinar si existe una alteración en la oxigenación fetal.
Valores normales de la frecuencia cardíaca fetal y umbrales clínicos
La frecuencia cardíaca fetal (FCF) constituye uno de los indicadores más importantes del bienestar fetal intraparto. Su interpretación se realiza a través de la monitorización fetal continua o de un trazado de cardiotocografía (CTG), donde se analizan tanto la línea base como la variabilidad y la presencia de deceleraciones.
Clasificación | Frecuencia cardíaca fetal (FCF) | Descripción clínica |
---|---|---|
Normal | 110–160 lpm | Indica una oxigenación fetal adecuada y una actividad autonómica equilibrada. |
Braquicardia leve | 100–109 lpm | Puedes observarse de forma transitoria durante contracciones o por compresión leve del cordón umbilical, sin necesariamente reflejar sufrimiento fetal. |
Braquicardia significativa | <100 lpm mantenida o reducción >3 min | Sugiere un posible compromiso fetal y requiere evaluación inmediata del patrón completo del trazado. |
Emergencia obstétrica | <80–90 lpm | Acompañada de pérdida de variabilidad basal o deceleraciones tardías. Suele asociarse a hipoxia fetal aguda y demanda intervención obstétrica urgente (por ejemplo, cesárea inmediata o reanimación intrauterina). |
La correcta interpretación de estos valores debe hacerse siempre considerando el contexto clínico materno-fetal, los medicamentos administrados, la fase del trabajo de parto y la respuesta fetal al manejo obstétrico.
Causas más frecuentes de braquicardia fetal
La braquicardia fetal durante el parto puede tener múltiples orígenes. Es fundamental diferenciar entre causas agudas intraparto, que suelen requerir una intervención obstétrica inmediata, y causas más estructurales o crónicas
que se relacionan con alteraciones fetales de base. Identificar correctamente la etiología permite optimizar el manejo clínico y reducir el riesgo de sufrimiento fetal agudo.
La braquicardia fetal en partos es una disminución de la frecuencia cardíaca fetal (FCF) por debajo de los límites normales durante el trabajo de parto. Puede ser transitoria o persistente; su identificación temprana mediante monitorización fetal electrónica y actuación rápida son esenciales para reducir el riesgo de acidosis y daño neurológico.
Causas agudas intraparto
Durante el trabajo de parto, la braquicardia fetal puede aparecer de forma súbita debido a factores agudos intraparto. Entre las causas más frecuentes se incluyen la compresión o prolapso del cordón umbilical, el desprendimiento prematuro de placenta, la hipoxia fetal por insuficiencia placentaria, la hipotensión materna post-anestesia y la hiperestimulación uterina por uso excesivo de oxitocina o contracciones prolongadas.
- Compresión o prolapso del cordón umbilical: reduce el flujo sanguíneo fetal y genera hipoxia transitoria, una de las causas más frecuentes de bradicardia súbita durante el trabajo de parto.
- Desprendimiento prematuro de placenta (DPPNI): produce pérdida de intercambio gaseoso entre la madre y el feto, con rápida desaceleración de la frecuencia cardíaca fetal.
- Hipoxia fetal o insuficiencia placentaria aguda: resultado de una oxigenación insuficiente, detectable mediante trazado de cardiotocografía (CTG) con pérdida de variabilidad o deceleraciones tardías.
- Hipotensión materna post-anestesia epidural: reduce la perfusión útero-placentaria, ocasionando disminución transitoria de la FCF.
- Hiperestimulación uterina: derivada del uso excesivo de oxitocina o contracciones demasiado prolongadas, que limitan los periodos de recuperación fetal entre contracciones.
Causas no agudas o estructurales
Algunas alteraciones de la frecuencia cardíaca fetal se deben a causas no agudas o estructurales, relacionadas con la anatomía o fisiología del feto. Estas incluyen arritmias congénitas, malformaciones cardíacas y ciertos trastornos metabólicos o infecciones fetales. Aunque no suelen requerir intervención inmediata como en las causas intraparto, su identificación es importante para el seguimiento y manejo obstétrico adecuado.
- Arritmias fetales: como el bloqueo auriculoventricular congénito (bloqueo AV completo), que genera una bradicardia mantenida con frecuencia cardíaca fetal < 100 lpm.
- Malformaciones cardíacas: alteraciones anatómicas que afectan el sistema de conducción eléctrica fetal o la función miocárdica.
- Infecciones fetales o trastornos metabólicos: pueden alterar el ritmo cardíaco fetal basal y reducir la variabilidad de la frecuencia cardíaca.
Detección y monitorización — CTG y frecuencia cardíaca fetal (FHR)
La cardiotocografía (CTG), también conocida como monitorización fetal electrónica, es la herramienta estándar para evaluar la frecuencia cardíaca fetal (FHR o FCF) en relación con las contracciones uterinas durante el trabajo de parto. Su interpretación adecuada permite detectar de forma precoz signos de sufrimiento fetal o hipoxia intraparto.
El análisis del trazado cardiotocográfico se basa en la evaluación integrada de varios parámetros que, interpretados en conjunto, ofrecen información sobre el estado de oxigenación y bienestar fetal:
- Línea base de la frecuencia cardíaca fetal (FCF): valor promedio de la FHR en un periodo de 10 minutos. Se considera normal entre 110–160 lpm. Una braquicardia sostenida (<110 lpm) durante más de 10 minutos puede indicar compromiso fetal.
- Variabilidad: refleja la interacción del sistema nervioso autónomo fetal con la oxigenación cerebral. Puede clasificarse como ausente, mínima, moderada o marcada. La pérdida de variabilidad es un indicador sensible de hipoxia o acidosis fetal.
- Deceleraciones: descensos transitorios de la FCF que se clasifican según su morfología y relación con la contracción uterina: tempranas (fisiológicas), variables (por compresión del cordón) y tardías (asociadas a insuficiencia placentaria o desaceleración de tipo patológico).
- Episodios de bradicardia sostenida: disminución prolongada de la FCF por debajo de 100 lpm, generalmente secundaria a hipoxia severa, hipotensión materna o compresión umbilical. Su persistencia requiere evaluación inmediata y, en muchos casos, intervención obstétrica urgente..
Intervención obstétrica frente a bradicardia fetal
Cuando se detecta una bradicardia fetal durante el trabajo de parto, la respuesta del equipo obstétrico debe ser rápida y coordinada. El manejo inmediato tiene como objetivo restaurar la oxigenación fetal, prevenir daño neurológico y garantizar la seguridad del neonato. Este enfoque inicial incluye la evaluación del estado materno, la monitorización continua de la frecuencia cardíaca fetal y la identificación de factores que puedan estar causando el descenso del ritmo cardíaco.
Medidas iniciales
- Decúbito lateral izquierdo
- Suspender oxitocina o reducir contracciones
- Administrar oxígeno a la madre
- Corregir hipotensión materna
- Considerar amnioinfusión si hay compresión del cordón
Pronóstico neonatal y seguimiento
El pronóstico neonatal ante un episodio de braquicardia fetal intraparto depende directamente de la duración, profundidad y reversibilidad de la hipoxia. Los episodios cortos y autolimitados suelen tener una evolución favorable, mientras que las bradicardias prolongadas o severas se asocian con mayor riesgo de acidemia, daño neurológico y encefalopatía hipóxico-isquémica (EHI).
Una intervención obstétrica oportuna —ya sea mediante cesárea de urgencia o maniobras correctivas— mejora significativamente la tasa de supervivencia neonatal y reduce las complicaciones a largo plazo. Por ello, la monitorización fetal continua y la respuesta rápida del equipo médico son determinantes en el resultado perinatal.
Factor | Impacto en el pronóstico |
---|---|
Duración del episodio | Determinante clave: episodios >10 minutos aumentan el riesgo de hipoxia y acidosis fetal. |
Profundidad de la bradicardia | Frecuencias <80 lpm, especialmente con pérdida de variabilidad, implican mayor riesgo de sufrimiento fetal severo. |
Respuesta a maniobras intrauterinas | Una recuperación rápida de la FCF tras intervenciones como reposicionamiento materno u oxigenación indica mejor pronóstico. |
Tiempo hasta el parto | Una extracción fetal rápida (< 10–15 minutos desde el inicio de la bradicardia sostenida) mejora significativamente los resultados neonatales. |
Tras el nacimiento, los neonatos que presentaron bradicardia fetal prolongada deben someterse a evaluación clínica y neurológica temprana. Se recomienda:
- Valoración del puntaje Apgar a 1, 5 y 10 minutos.
- Determinación del pH de la arteria umbilical y gases en sangre para valorar acidemia metabólica.
- Vigilancia en unidad neonatal si existe sospecha de encefalopatía hipóxico-isquémica.
- Seguimiento neurológico y del desarrollo durante los primeros meses de vida.
Prevención y factores modificables
La prevención de la braquicardia fetal intraparto se basa en la detección temprana de situaciones de riesgo y en la aplicación de protocolos obstétricos estandarizados que aseguren una respuesta rápida ante cualquier alteración de la frecuencia cardíaca fetal (FCF). La identificación y control de los factores modificables es clave para evitar episodios de sufrimiento fetal agudo y reducir la morbimortalidad perinatal.
- Monitorización fetal continua en partos de riesgo:
imprescindible en gestaciones con patología materna, restricción del crecimiento fetal o inducción del parto. Permite detectar de forma precoz deceleraciones anómalas o bradicardias sostenidas. - Control hemodinámico materno post-anestesia:
tras la administración de anestesia epidural o raquídea, es fundamental mantener la presión arterial materna estable para garantizar la perfusión útero-placentaria y prevenir bradicardia fetal secundaria a hipotensión. - Manejo prudente de oxitocina:
el uso excesivo o no titulado de oxitocina puede causar hiperestimulación uterina y reducir los intervalos de recuperación fetal. Se recomienda una administración controlada y monitorización continua de la actividad uterina. - Protocolos claros de actuación ante bradicardia fetal:
disponer de algoritmos de respuesta rápida en la sala de partos mejora la seguridad materno-fetal. Las medidas incluyen cambio de posición materna, suspensión de oxitocina, administración de oxígeno y preparación para parto instrumental o cesárea de urgencia si la bradicardia persiste.
Además, el entrenamiento del equipo obstétrico y la simulación clínica periódica son estrategias efectivas para mejorar la coordinación ante emergencias perinatales y disminuir los tiempos de respuesta, factores directamente relacionados con el pronóstico neonatal.
Relación entre la bradicardia fetal y la negligencia médica durante el parto
La bradicardia fetal intraparto constituye un signo de alarma obstétrica que requiere una respuesta clínica inmediata y protocolizada. Su detección y manejo adecuado son determinantes para prevenir hipoxia fetal, acidemia neonatal o daño neurológico irreversible.
Cuando la actuación médica no es oportuna o se aparta de los protocolos establecidos, pueden surgir sospechas de negligencia médica durante el parto.
En el ámbito perinatal, no se considera negligencia la aparición de una bradicardia en sí misma —pues es un evento que puede ocurrir incluso en partos correctamente manejados—, sino la falta de actuación diligente frente a los signos evidentes de compromiso fetal.
La ausencia de monitorización continua, la interpretación inadecuada del trazado CTG o el retraso en la intervención obstétrica son factores que pueden agravar el pronóstico neonatal.
Situaciones entre la bradicardia fetal y una posible mala praxis médica
- Falta de monitorización fetal adecuada: no utilizar cardiotocografía continua en partos de riesgo o no registrar los episodios de bradicardia sostenida.
- Interpretación incorrecta del trazado fetal: omitir o subestimar patrones de deceleraciones tardías, pérdida de variabilidad o descensos prolongados de la FCF.
- Retraso en la toma de decisiones: no actuar ante una bradicardia persistente <100 lpm durante más de 3–5 minutos, o no indicar una cesárea de urgencia a tiempo.
- Uso inadecuado de oxitocina o anestesia: administración sin control de la actividad uterina, provocando hiperestimulación uterina y sufrimiento fetal.
- Demora en la reanimación neonatal: ausencia de un equipo preparado o retraso en la asistencia al recién nacido con signos de depresión respiratoria o acidosis severa.
Desde el punto de vista médico-legal, la evaluación de una posible negligencia obstétrica se basa en analizar si se actuó conforme a los protocolos clínicos vigentes y si el equipo respondió con la diligencia esperada ante los signos de bradicardia fetal. Documentar adecuadamente los registros CTG, los tiempos de respuesta y las maniobras realizadas es esencial para garantizar la transparencia asistencial.
Braquicardia fetal y responsabilidad médica: protegiendo los derechos del recién nacido
La braquicardia fetal durante el parto es un signo clínico crítico que requiere una respuesta inmediata y protocolizada. Su detección temprana mediante monitorización fetal continua y la correcta interpretación del trazado cardiotocográfico son determinantes para prevenir sufrimiento fetal, acidosis y posibles secuelas neurológicas.
Cuando la atención médica no cumple con los estándares clínicos establecidos, puede surgir un daño evitable que, en algunos casos, constituye negligencia médica. La documentación adecuada, el seguimiento de protocolos y la intervención oportuna son elementos clave para proteger tanto la salud del neonato como la seguridad jurídica del equipo sanitario.
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